El puente de la Pedrera sobre el río Alberche fue construido en el siglo XVIII por Marcos de Vierna, director de los Caminos y Puentes del Reino durante el gobierno del rey Carlos III. A pesar de ejecutarse en plena Ilustración, es un ejemplo de puente diseñado en base a los saberes tradicionales de los maestros canteros, postura enfrentada a la corriente favorable a los avances científicos y a la aplicación de los nuevos cálculos y teorías constructivas.
Como cualquier puente histórico, el de la Pedrera fue objeto de diferentes ampliaciones y rehabilitaciones, destacando la destrucción de cinco de sus vanos en el transcurso de la Guerra Civil. Sin embargo, la estructura soportó éstos y otros avatares durante 250 años hasta que, durante la DANA de inicios de septiembre de 2023, la gran crecida del Alberche bloqueó sus arcos y derribó parte de sus pilas y del tablero. Diez de los vanos del puente de la Pedrera existente colapsaron obligando a, por una parte, construir un nuevo puente menos vulnerable al rio y por otra parte, a musealizar la ruina del puente del siglo XVIII debido a su importancia patrimonial.
El primer puente de 1761 “fue levantado por la vecina Villa del Prado para facilitar el paso de los carros de mercancías hacia Madrid y El Escorial, pues las crecidas frecuentes del río Alberche dificultaban la comunicación con estos municipios”. El proyecto fue encargado al arquitecto Marcos de Vierna, siendo ejecutado por los maestros Antonio de los Cuetos y José de Isla, y finalizado en 1765. Este puente tenía pilas de sillería y tablero de madera.
El piso de tableros de madera fue sustituido en 1844 debido a su deterioro. El puente paso a estar formado por 26 vanos de arcos carpaneles de fábrica de ladrillo apoyados sobre pilas de sillería de granito con tajamares de planta ojival (7,20 m de luz entre ejes de pilas), siguiendo el diseño usual de los puentes del siglo XVIII. La sillería de las pilas es de grandes dimensiones (2 pies de espesor) y los tajamares presentan unos sombreretes también de granito. Los arcos carpaneles de tres radios y las bóvedas (2 pies y medio) son de ladrillo dispuestos a sardinel y trabados con argamasa de cal hidráulica. En 1850 se intervino en el puente para levantar una vivienda para el pontazguero, práctica que estuvo en vigor hasta principios del siglo XX. Dicha vivienda fue derribada para dar paso a la carretea principal.
En 1981-1984 se llevó a cabo el proyecto de ensanchamiento del tablero por Fernández Ordoñez, Alfredo Granados y Julio Martínez Calzón recoge que quedaban vestigios de la plataforma superior primitiva en el arranque del estribo de margen derecha, de los que se podía deducir que los pretiles eran de fábrica de ladrillo de un pie enrasados con los tímpanos sobre una imposta de granito y coronada con una albardilla de sección rectangular y remate superior triangular. Estos pretiles debieron ser demolidos y sustituidos por una losa de hormigón armado con vuelo de 0,80 m sobre los tímpanos (6,15 m ancho de plataforma: 5m de calzada y dos aceras/barandillas de 0,58 m) y barandillas de hormigón armado encaladas.
Las obras de musealización comprendieron las siguientes actividades:
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