Desde los primeros años de la década de 2000 se venía llevando un seguimiento específico del puente de Francisco Silvela debido a su especial enfermedad, este seguimiento quedaba enmarcado dentro de las tareas que lleva el Ayuntamiento de Madrid y más en concreto el Departamento de Equipamientos y Obras viarias. 

El puente había sido sometido a inspecciones periódicas, ensayos y analíticas complejas y a obras de reparación que habían pretendido retrasar la evolución de la enfermedad que tenía el hormigón, básicamente un fuerte proceso de árido – álcali en su hormigón.

A lo largo de los primeros meses de 2020, se pudo confirmar una evolución de los daños derivados del árido -álcali y se pudo comprobar también la presencia de etringita en el hormigón. Una vez analizada en profundidad la incidencia de estos dos procesos químicos en las propiedades mecánicas del hormigón, la existencia de un muy fuerte nivel de pretensado y la imposibilidad de parar el fenómeno, se decidió desmantelar la estructura.

El reto era grande pues se debía desmantelar un puente de más de 450m de longitud y una anchura de 15.00m, en un entorno urbano (minimizando ruidos y suciedad), interfiriendo lo mínimo posible con el tráfico de la zona y no generando más, y, por última a gran velocidad para poder restituir tanto el tráfico peatonal como rodado, ya que el puente hubo de cimbrarse en su totalidad debido a su estado.

Las obras comenzaron en julio de 2020 y terminaron en noviembre del mismo año, fueron realizadas por Dragados y la Dirección de Obra fue de INES Ingenieros.