Cargadero de Dícido

PATRIMONIO CULTURAL
PATRIMONIO CULTURAL
Proyecto

Cargadero de Dícido

Un símbolo del patrimonio industrial cantábrico

El Cargadero de Dícido es uno de los grandes iconos del patrimonio minero del Cantábrico. Construido en 1938, su estructura metálica en celosía Warren y la imponente pila de sillería que emerge del mar lo convirtieron en una pieza clave para el transporte de mineral desde las minas de Mioño hacia los barcos fondeados en la costa.

Su diseño —robusto, transparente y adelantado a su tiempo— utilizó acero fabricado en España y una tipología estructural que permitía ver con claridad el mecanismo resistente del conjunto. Tras décadas sin intervenciones de gran calado, el cargadero ha sido completamente restaurado, recuperando su imagen original y garantizando su conservación para las próximas generaciones.

Un icono industrial recuperado

Durante la inspección previa a los trabajos, se comprobó que la cercanía al mar había provocado un deterioro generalizado: pérdidas de sección en los perfiles inferiores, corrosión avanzada y daños en elementos secundarios. La intervención exigía una actuación integral para asegurar su estabilidad y mantener su autenticidad histórica.

La restauración realizada por INES ha devuelto estabilidad, seguridad y valor patrimonial al monumento, preservando su configuración original, su sistema estructural en voladizo y los materiales que definen su identidad industrial.

Un ejemplo de conservación del patrimonio industrial vivo al servicio del entorno

La rehabilitación del Cargadero de Dícido ha supuesto una inversión cercana a los 2 millones de euros, incorporando soluciones respetuosas, reversibles y ajustadas a los criterios internacionales de conservación. Gracias a este enfoque, el proyecto ha sido reconocido con el Premio Accésit al Patrimonio de la Obra Pública, otorgado por la Fundación Caminos —un respaldo que subraya la calidad técnica y la sensibilidad cultural de la intervención.

Un patrimonio vivo al servicio del entorno

La recuperación del cargadero no solo conserva un elemento histórico singular; también lo integra en un entorno natural privilegiado y lo conecta con la red de vías verdes del municipio. Se convierte así en un punto de interés turístico y cultural, abierto a la ciudadanía y capaz de seguir formando parte del paisaje y de la memoria colectiva de Castro Urdiales.

Su restauración garantiza que este hito —el último cargadero de su tipología en la zona— continúe siendo un referente del patrimonio industrial del norte de España.

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