El mantenimiento de la extensa red de puentes de ADIF sobre la península implica el desarrollo de actuaciones constantes sobre los activos más afectados por los daños que se producen durante la vida útil de cada estructura.

Para los puentes con los daños más graves que pueden afectar a su estabilidad o funcionalidad, se redactan proyectos de reparación con el objetivo de alargar su vida útil y mejorar su funcionalidad desde el punto de vista de la explotación y el mantenimiento.

Se estudian puentes de tipologías y edades muy variadas, desarrollando de forma específica soluciones que compatibilizan la mejora funcional y estructural con la viabilidad constructiva sin perder de vista los condicionantes de la compleja operativa ferroviaria.

Los puentes situados sobre cauces se ven afectados por la acción del flujo de agua, cuyo efecto puede variar con el tiempo por cambios en otros puntos de la cuenca sumados a los efectos del cambio climático. Ejemplos serian el puente de Canero en Asturias que sufre una socavación importante bajo una de sus pilas, el puente de la línea convencional sobre el río Esla en León cuya cimentación ha quedado al descubierto, o el puente situado en la desembocadura del río Besós en Barcelona que ha quedado sin resguardo hidráulico ante una avenida.

Las tipologías constructivas y los materiales de épocas pasadas pueden limitar también la vida útil de los puentes, reduciendo su capacidad de soportar las nuevas cargas ferroviarias, acciones horizontales o tensiones de fatiga. Es el caso del puente metálico sobre el río Oria en Villabona (Guipuzcoa) o del puente de hormigón de Val de Reguero en Zaragoza.

También cambios en los procesos constructivos, así como defectos o imprecisiones durante la construcción de los viaductos más actuales, pueden dar lugar a problemas a corto plazo en las carreras de los apoyos y las juntas, que obligan a sustituciones de elementos antes de lo que indican sus propias vidas útiles. Los viaductos de alta velocidad del Camino de Santiago en León o Val de Castejón en Zaragoza son ejemplos de estructuras actuales que requieren cambio de apoyos o sustitución de cables de conexión con el estribo fijo antes de lo esperado.

Sin embargo el agente más dañino para los puentes antiguos es el agua procedente de precipitación y escorrentía, que va deteriorando lentamente estructuras que no están impermeabilizadas. El puente de La Fomigal en Luarca (Asturias) o los puentes sobre el río Bayas en Álava han requerido de proyectos de impermeabilización de la plataforma sobre bóvedas de fábrica para impedir la entrada de agua que debilite la estructura resistente.

En total se han definido 17 proyectos de reparación para 32 puentes entre 2021 y 2024, y se sigue trabajando en otras 13 estructuras.